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La influencia de la madera en el vino
Los aromas, los sabores y el color del vino están muy marcados por la madera de las barricas
Hoy, sabemos que la madera tiene una gran influencia en el proceso de crianza del vino, siendo la encargada de potenciar sus características y de aportar un sinfín de matices. ¿Sabías que los primeros en utilizarla fueron los romanos? Sigue leyendo y te contamos algunas curiosidades sobre este recipiente, hoy ineludible en su relación con el vino.
Aunque es cierto que la madera comenzó a utilizarse por los romanos únicamente como forma de almacenaje y modo de transporte para el vino, sustituyendo a las ánforas de arcilla, mucho más delicadas y frágiles, con el paso del tiempo, y sin darse cuenta, se descubriría que el vino mejoraba tras estar en contacto con este material. Así, las barricas de madera se convirtieron en el recipiente preferido para almacenar esta bebida.
Así afecta la madera a través de la barrica en la elaboración del vino
Y es que, la barrica, elaborada con madera, ayuda a oxigenar el vino, pero también le dota de textura (cuerpo) y aromas, suaviza su astringencia y tanicidad y le concede mayor estabilidad. La más utilizada es la barrica bordelesa de 225 litros y su precio varía mucho según la procedencia, siendo, por norma general, la más cara la de origen francés. La durabilidad dependerá principalmente del enólogo, que es quien decide qué barricas deben utilizarse, cuántas veces deben reutilizarse y cuándo deben renovarse, según lo que quiera aportarle a sus vinos, siendo el objetivo principal el de realzar las cualidades organolépticas del vino y conseguir un equilibrio perfecto que haga que la madera no enmascare la fruta característica de la propia uva.
Cuando comenzaron a utilizarse, las maderas más empleadas para la elaboración de barricas eran de pino, cerezo, haya, fresno, castaño, acacia, etc., pero con el tiempo se impusieron las de roble. Además de por su resistencia, el roble era una madera muy abundante en Europa y le aportaba una serie de características gustativas y olfativas favorables al vino que no se lograban con otros tipos de madera.
Hoy, el roble continúa siendo la preferida de los enólogos, por ser la madera que más respeta las cualidades organolépticas del vino. Más concretamente, el roble francés y el americano. En LAUS, buscando aportarle siempre lo mejor a nuestros vinos, utilizamos una gran parte de barricas de roble francés. Es el caso de las empleadas para realizar la crianza de nuestro LAUS Tinto Reserva. Y también utilizamos las barricas mixtas, con las duelas de roble americano y los fondos de roble francés, que consiguen aportar a nuestro LAUS Tinto Barrica y LAUS Tinto Crianza una mayor complejidad de sensaciones al mezclar ambos robles.
¿Existe un tipo de roble para cada vino?
Existen varios factores que hacen que la elección de la barrica sea uno de los aspectos más decisivos a la hora de elaborar un vino de calidad: origen, edad, tipo de tostado, lavado de la barrica nueva, taponado y un largo etcétera. Así, cada roble tiene su personalidad propia y, debido al tamaño de sus poros, diferente velocidad de crianza y durabilidad. Por un lado, las barricas de roble americano son más resistentes y porosas que las de roble francés, por lo que las propiedades de la madera se transfieren más fácil y rápidamente al vino. Por su parte, el roble francés tiene unos poros más finos, que ayudan a que se respete más el sabor del vino y esto se traduce en mayor elegancia y suavidad en el resultado final. Además, la barrica también afecta a la tonalidad del vino, ya que el contacto con la madera hace que el vino luzca más intenso debido a la reacción de los taninos de la barrica en contacto con los antocianos, encargados de la pigmentación del vino.
¿Y el aroma? Por supuesto, la madera influye en el aroma de los vinos, ya que cada una aporta unos aromas diferentes. Por ejemplo, las notas tropicales, café, ahumados, tabaco y cacao son los aromas característicos que desprende el roble americano; mientras que las notas de vainilla, miel, frutos secos y especias dulces son las que predominan en el roble francés. Aquí, el tostado de la barrica tiene un papel determinante. El tostado es el proceso en el que se tratan las duelas para que sean lo suficientemente flexibles para doblarse y dar la forma a la barrica. Cada tipo de tostado aportará una intensidad a la madera que, a su vez, se reflejará en distintos aromas de torrefacción, de especias, de vainilla o de coco. Además, por lo general, es habitual relacionar los tostados ligeros con aromas de coco y nuez y los tostados más fuertes con aromas de especias o cacao. El trabajo de tostado se apreciará también cuando catemos el vino, consiguiendo una textura, una persistencia en boca y un volumen determinados.
Cómo afecta la madera al sabor del vino
¿Sabías que la crianza modifica la astringencia, mientras que el amargor le concede dulzura, complejidad y nuevos matices? Y es que el sabor que aporta la madera al vino está estrechamente vinculado con el tiempo de crianza en la barrica. A partir de los seis meses ya se pueden apreciar sabores de vainilla o caramelo. Es el caso de nuestro LAUS Crianza.
En definitiva, el uso de la barrica en la crianza de un vino es imprescindible ya que, durante este periodo, que puede durar entre seis meses y dos años, el vino recibe la influencia de la madera, otorgándole al vino distintos matices de sabor, aroma y color que marcarán la diferencia y le darán una personalidad única.
En nuestras visitas guiadas a la bodega, podrás descubrir estas y muchas más curiosidades sobre nuestros vinos y la crianza en barrica. ¿Sabías que nuestra sala de barricas está situada a 5,65 metros bajo tierra, y es capaz de albergar 3.000 barricas? No esperes más y ven a descubrir todos los secretos y aromas que guardan nuestros vinos en el corazón del Somontano. ¡Te esperamos!